martes, 12 de febrero de 2013

Fue Pedro el primer papa ?

"EL TRONO DE PEDRO ESPERA OTRO PAPA"

Esta es la primera plana de un periódico de circulación nacional..., !conque facilidad se promueve el error!!...
pero fue pedro el primer papa? que dice la biblia acerca de esto? veamos...


¿Fue Pedro un Papa?

Muchos partidarios de la tradición petrina afirman que
Pedro fue establecido y considerado el “primer papa”.
Considere algunos de los argumentos que se presentan
a favor de esta afirmación.

Argumento #1: Pedro recibió las llaves del
reino de los cielos (Mateo 16:19).

Con este enunciado el catolicismo argumenta que
a Pedro se le otorgó poder o autoridad suprema sobre
la iglesia. Aunque el contexto en Mateo no sostiene
tal interpretación, la gente de varias religiones está de
acuerdo que a Pedro se le otorgó “algo especial” que
no se les otorgó a los demás apóstoles. A menudo se
ha malinterpretado este “algo”.
Debemos entender lo que significa el “reino de los
cielos”. Algunas personas han sugerido que esta frase
hace referencia al cielo mismo, y por ende, han representado
a Pedro como aquel que permite o impide
el acceso a la recompensa eterna. Pero esta interpretación
es inconcebible ya que se encuentra en cruda
oposición con el contexto de este pasaje. Al leer Mateo
16:18, entendemos que el tema bajo consideración
no es el cielo mismo, sino la iglesia. Por tanto, Jesús
habló de la iglesia como el reino de los cielos. Esto no
solamente es evidente por Mateo 16:18, sino también se
enseña en muchos otros pasajes del Nuevo Testamento
(e.g., Marcos 9:1; Colosenses 1:13; 1 Tesalonicenses
2:12; Hebreos 12:28).
Además, necesitamos entender la naturaleza de las
“llaves” que Pedro recibió. H. Leo Boles escribió, “Usar
las llaves era abrir la puerta o dar los términos de entrada
al reino de Dios” (1999, p. 266). En otras palabras, a
causa de la confesión de Pedro acerca de Jesús (Mateo
16:16), Jesús le dio el privilegio de ser el primer hombre
en enseñar a las almas perdidas cómo llegar a ser
cristianas y por ende ser parte de la iglesia del Señor.
Barnes lo expresó de esta manera:
Por tanto, cuando el Salvador dice que dará a Pedro las
llaves del reino de los cielos, quiere decir que le hará el
instrumento para abrir la puerta de la fe al mundo—el
primero en predicar el evangelio a los judíos y a los
gentiles” (2005a, p. 171, itálicas en original).
No cabe duda que las “llaves” representan las oportunidades
que Pedro tendría de dar la bienvenida al
mundo, por primera vez, a la era cristiana y al reino de
los cielos—la iglesia.
También debemos averiguar cuándo Pedro usó las
“llaves”. La declaración de Jesús fue presentada en forma
profética. Pedro tendría la oportunidad de abrir las puertas
de la iglesia en el futuro. La Biblia muestra claramente
el cumplimiento de esta profecía en Hechos 2. Pedro,
lleno del Espíritu Santo como los demás apóstoles (2:4),
se puso de pie y dio el primer sermón registrado del
Evangelio después de la resurrección de Jesús (2:14-38).
Fue en ese momento que las palabras de Jesús se cumplieron.
Debido a la predicación de Pedro y los demás
apóstoles, 3,000 judíos (cf. 2:5) fueron bautizados en
Cristo e ingresaron por las puertas abiertas de la iglesia
(2:41-47). No obstante, la iglesia estaría compuesta no
solamente de judíos, sino también de gentiles. Hechos
10 narra que Pedro abrió las puertas de la iglesia para
los gentiles, de la misma manera que abrió las puertas
de la iglesia para los judíos. Esto fue el “algo especial”
que Pedro recibió a causa de su confesión—el privilegio
de ser el primero en predicar el Evangelio (después de
la resurrección de Cristo) a judíos y gentiles.
Pedro abrió las puertas de la iglesia, y desde entonces
las puertas de la iglesia han permanecido abiertas. Solo
Pedro recibió este privilegio. Jesús dijo: “Y a ti [Pedro]
te daré las llaves del reino de los cielos” (Mateo 16:19,
énfasis añadido). No existen personajes, tales como
papas, abriendo y cerrando las puertas de la iglesia.
Argumento #2: Pedro recibió el poder de
atar y desatar (Mateo 16:19).
Con este argumento el catolicismo afirma dos cosas
concernientes a Pedro: (1) que él recibió la autoridad
de perdonar pecados; y (2) que Jesús consideró como
aprobado, autoritativo y bueno cualquier cosa que él
haría con Su iglesia. En otras palabras, Jesús le dio el
don de la “infalibilidad”.
Para analizar lo que Jesús dijo acerca de Pedro, otra
vez debemos tener en cuenta que el contexto de Mateo
16:19 está firmemente ligado al tema de la iglesia,
y no al perdón de pecados o a la concesión de alguna
clase de infalibilidad en asuntos doctrinales. Un texto
bíblico que puede ayudarnos a entender Mateo 16:19
es Mateo 18:18, donde Jesús hizo la misma promesa
a todos Sus apóstoles. Él dijo: “De cierto os digo que
todo lo que atéis en la tierra será atado en el cielo; y
todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en los
cielos”. De este texto, Boles ha señalado: “Este es el
mismo pensamiento encontrado en Mateo 16:19.
Esto muestra que tiene una aplicación más amplia que
la disciplina de un hermano errante. El Espíritu Santo
guiaría a los apóstoles en su instrucción al hermano
errante y a la iglesia” (1999, p. 288, énfasis añadido).
Así que en Su declaración en Mateo 16:19, Jesús estaba
afirmando que las condiciones del sistema cristiano que
Pedro y los demás apóstoles expondrían ya habían sido
requeridas por el Cielo.
La gramática griega de estos versículos aclara el
significado del enunciado de Jesús. A.T. Robertson ha
anotado que “[e]l futuro perfecto pasivo ocurre en el N.T.
solamente en la forma perifrástica en tales ejemplos como
Mateo 16:19 y Mateo 18:18” (1934, p. 361). Por tanto, el
texto debería leerse: “y todo lo que atares en la tierra
habrá sido atado en los cielos, y todo lo que desatares
en la tierra habrá sido desatado en los cielos”. Al decir
esto, Jesús aseveraba que las resoluciones en la Tierra
estaban sujetas a las decisiones hechas en el cielo. Los
apóstoles enseñarían de acuerdo con lo que ya había
sido atado o desatado en el cielo. Esto no se basaba en
la infalibilidad de un hombre, sino en la infalibilidad del
Espíritu Santo prometido a los apóstoles en el primer
siglo (Juan 16:13; cf. Mateo 10:19-20). Hoy tenemos las
enseñanzas inspiradas e infalibles del Espíritu Santo en
la Biblia (2 Timoteo 3:16-17).
Jesús nunca instituyó a Pedro como papa. Los títulos
“Papa”, “Pastor Universal”, “Cabeza Terrenal de la Iglesia”,
“Pontífice” y otros, nunca salieron de la boca de Jesús
para describir a Pedro. Independientemente de los
privilegios otorgados a Pedro, su autoridad y derechos
fueron la misma autoridad y derechos concedidos a los
demás apóstoles del Señor (cf. 1 Corintios 9:1-5; 12:28;
2 Corintios 11:5; 12:11; Gálatas 2:8).



miércoles, 6 de febrero de 2013

Vestimentas de las Cristianas

¿Qué dice la Biblia acerca del vestuario de la mujer cristiana?
Respuesta:
En primer lugar es muy importante que entendamos que Dios está mucho más interesado en el corazón del individuo que en su forma de vestirse: “porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). La Biblia rechaza a aquellos que “se glorían en las apariencias y no en el corazón” (II Corintios 5:12). Y la Palabra de Dios también nos exhorta: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).
Por tanto, no podemos gloriarnos en nuestra santidad sobre la base del vestuario que nos ponemos ni podemos condenar a otro simplemente basándose en su modo de vestir.
PERO esto no quiere decir que la forma de vestir no tenga ninguna importancia. Jehová mismo se encargó de hacer túnicas de pieles para Adán y Eva después que hubieran pecado y llegado a saber el bien y el mal (Génesis 3:21). De esta manera señala la necesidad de cubrir su desnudez. NO ES LICITO que el cuerpo de uno quede descubierto a vista del público. Dios quiere que nos cubramos con nuestro vestuario (hombres y mujeres). Vale la pena notar que la “túnica” conque Dios los vistió a ambos se refriere un vestido largo que llegó al menos hasta las rodillas del individuo.
A través de los siglos diferentes vestuarios han tenido diferentes significados (de un lugar a otro y de una generación a otra). La Biblia nos revela que en un tiempo cierto vestuario señalaba a la ramera (Proverbios 7:10). Génesis 38:14 nos revela que Tamar estaba vestida con “los vestidos de su viudez” – cierto vestuario llevado por las viudas de aquella región y tiempo. Luego se los quitó y se puso otros vestidos para que Judá creyera que era una ramera. TAMBIÉN había cierta ropa que distinguía a los sacerdotes bajo el Antiguo Pacto (Éxodo 28:2 y muchos otros textos). El cilicio (un vestuario muy rudo) era señal de luto y también de arrepentimiento (II Samuel 3:31; Mateo 11:21). Mateo 21:11 hace referencia a la costumbre de un vestido de boda. Así que aprendemos que cierto vestuario en diferentes épocas, culturas y lugares puede tener un significado especial ante los ojos del pueblo. Naturalmente la cristiana debe evitar la apariencia de la maldad en estas cosas (que cambian de un lugar para otro y de una generación para otra).
Ya que cierto vestuario puede tener un significado especial, nos debemos preguntar si la cristiana (o el cristiano) debe llevar un vestuario especial para darse a conocer como seguidor de Cristo y así distinguirse del mundo. La respuesta es SI, pero no es un vestido especial en el sentido material. La cristiana debe vestirse de “un espíritu afable y apacible” y “con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1ª Pedro 3:4; 1ª Timoteo 2:10). Según la Biblia la manera en que la cristiana debe distinguirse del mundo no es con un vestuario especial sino con sus HECHOS y sus ACTITUDES CRISTIANAS.
La Palabra de Dios no señala que la mujer puede llevar cierto vestuario y otro no. El deseo de algunos predicadores de establecer ciertos reglamentos específicos en cuanto al vestuario de la mujer es INCORRECTO. No tenemos derecho de establecer una ley que Dios no ha establecido ni de convertir nuestra propia opinión en ley para los demás.
PERO la Biblia no nos ha dejado sin guía en este asunto del vestuario de la mujer. Hay algunos principios que debemos entender. Estos son principios fundamentales en los cuales tenemos que basar nuestras decisiones en cuanto a cuales vestiduras son apropiadas y cuales no para una persona que sigue a Cristo. Las bases se encuentran en 1ª Timoteo 2:9, 10; 1ª Pedro 3:3-6.
(1) El atavío de la mujer debe ser BIEN ORDENADO (“se atavíen de ropa decorosa”). La ropa es para CUBRIR y DECORAR el cuerpo. No es incorrecto vestirse con este propósito. Pero la mujer debe entender que el vestuario NO ES PARA REVELAR EL CUERPO sino para DECORARLO.
(1) El atavío de la mujer debe ser DISCRETO (“pudor”). La mujer debe ser honesta y casta en su forma de vestir. Debe sentir vergüenza al contemplar un vestido que llama la atención a su cuerpo. Tiene que aprender a ser sensible a lo impuro o deshonrado. La mujer cristiana debe estar consciente de su capacidad de servir como tentación para el varón si no tiene cuidado en su modo de vestir (vea Mateo 18:6-9). Por supuesto una mujer que tiene un corazón lleno de PUDOR no quiere llamar la atención a su cuerpo. (Vale la pena notar que hay hombres que buscan la tentación. En estos casos la encontrarán A PESAR del vestuario discreto de la mujer NO POR CAUSA de ello.)
(1) El atavío de la mujer debe ser MODERADO y sabio (“modestia”). La modestia es la sanidad de mente que domina los deseos desordenados y todas acciones. Hay que EVITAR LOS EXTREMOS en el atavío. Fíjese que lo que el Espíritu Santo condena no es el peinado sino LO OSTENTOSO. No condena las riquezas sino EL ORGULLO y EL ÉNFASIS que se da a las riquezas materiales: la vanidad. La mujer no debe tratar de llamarse la atención ni ganar fama por llevar vestidos lujosos.
ESTOS SON LOS PRINCIPIOS que debemos enseñar y que las cristianas deben poner en práctica. Si logramos estos cambios internos en nuestras hermanas en vez de tratar de imponer ciertas leyes y restricciones que la Biblia no impone, realmente les habremos ayudado a CRECER ESPIRITUALMENTE y SU EJEMPLO servirá para glorificar a Dios. De otra manera corremos el riesgo que ellas se sujeten a nosotros y a nuestras opiniones sin que realmente haya cambio en lo más importante: El corazón. Una mujer que haya aceptado estos principios bíblicos se vestirá de una manera que no servirá de tropiezo para ninguno.
Hay otro texto que frecuentemente se menciona al estudiar este tema. Deuteronomio 22:5 se ha citado mucho para probar que la mujer no debe vestir pantalón. “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace.” PERO si analizamos bien el caso, no estaba hablando del pantalón. Ni los hombres vestían pantalón en aquel tiempo sino que tanto los hombres como las mujeres vestían la túnica. Realmente estaban un poco parecidas las vestiduras de hombre y mujer – PERO NO ERAN IGUALES. Había una distinción entre hombre y mujer en su vestuario y Dios quería que entendieran que Él aborrece cualquier intento de hacerse pasar por persona del sexo opuesto (como los homosexuales modernos). Si aplicáramos el principio de Deuteronomio 22:5 al pantalón moderno sería que la mujer no debe vestir pantalón de hombre ni el hombre pantalón de mujer. El pantalón de la mujer es diferente del pantalón del hombre y así debe ser. Pero lo que yo me pregunto a veces es esto: ¿Por qué estas personas que se oponen con tanta vehemencia al pantalón en la mujer no se oponen a la camisa que lleva el hombre que es casi igual a la blusa de la mujer? ¿Verdad que sería ridículo?
En lo personal, quizá prefiero que la mujer no se vista de pantalón, pero esto no me da el derecho de insistir en que todos acepten mi preferencia personal. Por supuesto el pantalón, la blusa, el traje o cualquiera vestidura pudiera ser pecado si no cumpliera con los requisitos o principios fundamentales que ya estudiamos. Un pantalón muy apretado (de varón o mujer) que revela en vez de cubrir el cuerpo debe ser desechado por cristianos. Pero decir que el pantalón en sí es pecado es simplemente ir más allá de lo que está escrito.

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Quienes Somos


Somos la Iglesia de Cristo
En más de una ocasión se nos ha preguntado si somos mormones, testigos de Jehová, católicos, presbiterianos, adventistas, evangélicos, budistas, bautistas, protestantes; en fin, cuanta religión hay sobre la tierra. Y simplemente contestamos que somos cristianos. No tenemos nada en contra de nuestros amigos de otras religiones, a quienes amamos y con los cuales compartimos; pero creemos que existe un patrón bíblico por el cual debemos regirnos:
Un nombre bíblico
Nos llamamos cristianos, sin otros apellidos o apodos. Las congregaciones se llaman Iglesia de Cristo como en Romanos 16:16: "Las Iglesias de Cristo os saludan". No se dice que una congregación es la iglesia del hermano fulano de tal. Este fue el error de los corintios quienes decían: "Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo". Pablo los reprendió con la interrogante: "¿Acaso está dividido Cristo?" (1 Corintios 1:12, 13).

Un credo inefable
El credo nuestro es la Biblia, único libro inspirado por el Espíritu Santo. Los credos de concilios, los catecismos, las disciplinas, ¿no son todos estos nada más que obras de hombres falibles? Pues, no los admitimos sino que hablamos "conforme a las palabras de Dios" (1 Pedro 4:11), no yendo más allá "de lo que está escrito" (1 Corintios 4:6).
Cómo adoramos
Si nos visitas -y lo puedes hacer en cualquier ocasión, sin compromiso, como observador- verás que adoramos "en espíritu y en verdad" (Juan 4:24). No encontrará ningún desorden ni alboroto, pues, sometiéndonos a las instrucciones del Espíritu Santo, hacemos "todo decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40). Varones fieles y de buen testimonio dirigen los cultos. En cuanto a las hermanas, el Espíritu Santo ha ordenado: "Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones" (1 Corintios 14:33, 34), añadiendo en 1 Timoteo 2:12: "No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre". Por lo tanto, en los cultos de la iglesia de Cristo las mujeres no dirigen ni predican.
Cómo oramos
Para comenzar los cultos, elevamos una oración al trono de Dios. "Hay un sólo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5). Por lo tanto, oramos sólo en el nombre de Jesús. No oramos todos a la vez en voz alta, lo cual, si se hiciera, traería mucha confusión; sino que un hermano dirige, los demás asintiendo por medio de decir el "amén" al final de la oración.
Cómo cantamos (sin instrumentos)
Aunque le parezca cosa extraña, la única música que usaba la iglesia del primer siglo era vocal. Es la única que encontrará en la Iglesia de Cristo del siglo 20. No tocamos guitarras, panderetas, maracas, trompetas, acordeones, pianos, órganos, ni ningún otro instrumento. Cantamos. "Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento" (1 Corintios 14:15). "Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y alabando al Señor en vuestros corazones" (Efesios 5:19). "Cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (Colosenses 3:16). "¿Está alguno alegre, cante alabanzas" (Santiago 5:18). Al visitarnos, sería muy de nuestro agrado que cantara con nosotros, pero no haría nada fuera de orden de no hacerlo.

Referente al culto celebrado por los judíos bajo el Antiguo Testamento, durante la era antes de la muerte de Cristo, sabemos que se usaban instrumentos. Pero, debiéramos entender que cuando el Señor fue crucificado, el Antiguo Testamento fue anulado, siendo quitado de en medio y clavado en la cruz (Colosenses 2:14-17). Ahora, textos tales como el Salmo 150 no están vigentes. La Iglesia adora según los mandamientos del Nuevo Testamento, no conforme a los del Antiguo Testamento. "Al decir: 'Nuevo Pacto', ha dado por viejo al primero, y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer" (Hebreos 8:13).
Cómo ofrendamos
Si asiste, como visitante, a una reunión de la Iglesia de Cristo, no se le pedirá nunca ofrenda alguna, ni se le ofrecerá en venta artículo religioso alguno. No somos como los que hacían del templo de Dios una "casa de mercado" (Juan 2:13-17) o "cueva de ladrones" (Mateo 21:12,13). Predijo el Espíritu Santo: "Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas" (2 Pedro 2:3). No somos de los que cumplen dicha profecía, pues no vendemos bizcochos ni pasteles, ni discos, cintas grabadas, revistas, libros o pañuelos ungidos, ni pedimos en las calles. Tampoco exigimos el diezmo, ya que la ley de diezmar fue abrogada al morir Cristo en la cruz.
Hacemos todas nuestras obras evangelísticas y benévolas mediante ofrendas dadas voluntariamente el primer día de cada semana. Esto es bíblico. No todos los días, sino "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7). La ofrenda "será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene" (2 Corintios 8:12).
Cómo celebramos la cena del Señor
En los cultos celebrados el primer día de cada semana, los miembros de la Iglesia de Cristo conmemoran la muerte del Señor por medio de comer el pan sin levadura y tomar de la copa. Esta práctica es bíblica. Los primeros cristianos "perseveraban... en el partimiento del pan" (Hechos 2:42), o sea, en la cena del Señor. "Perseveraban"; es decir, partían el pan a menudo. ¿Cuando? Hechos 20:7 dice que lo hacían los domingos. "El primer día de la semana (domingo), reunidos los discípulos para partir el pan...". Otros textos, tales como 1 Corintios 10:16-22 y 11:17-34, enseñan cómo se debiera celebrar la cena. Desde luego, sólo los miembros de la Iglesia tienen derecho de comer la cena.
Cómo celebramos la cena del Señor
Tú también podrás tener la dicha de comer la cena y gozar de muchas otras bendiciones en Cristo al hacerte miembro de esta Iglesia auténticamente bíblica. A fin de lograrlo y así salvarte, sólo tienes que hacer lo que dijo Cristo. "El que creyere y fuere bautizado (sumergido), será salvo" (Marcos 16:16). Dijo Pedro: "Arrepentíos, y bautícese... para perdón de pecados" (Hechos 2:38). Si cree, se arrepiente y se bautiza, Cristo le añadirá a Su Iglesia (Hechos 2:47), y, perseverando en santidad, estará, preparado para el día cuando el Señor venga para llevar su pueblo a la gloria celestial. Pues, ¡sea salvo ahora! Conviértase a Cristo. Bautícese cuanto antes y hágase miembro de una congregación regida por las doctrinas y normas del Nuevo Testamento. Dios te bendecirá ahora y siempre. -.-